§.10 ¡NUESTRO LENGUAJE! ¿QUIÉN? ¿la especie?
verdadero.
Heidegger
Lo
mereció el señor Topiltzin Quetzalcóatl,
el
que inventa, hace los seres humanos.
Así
lo determinó
el
Señor, la Señora de la dualidad.
(Códice florentino, VI, 120 r.)
Crear algo con el todo, más…, chango tonto, pez idiota.[i]
¿A la falta de comprensión qué hay? Kantismo, criticismo,
ingenuidad fenoménica de miras.[ii]
Por donde se vea, el transcurso de una secante que elide al dominio del paso por sitio la verdad en su
trayectoria, lo verdadero. Materia entonces.
De lo nuestro el lenguaje, la trascendentalidad de miras, por
subjectum la existencia; así el nihilismo quien interpreta y quien brilla.[iii]
Análisis que le llaman, las sustancias se sustancian.
General o individual la
significación, nada más. [iv]Alguien
mira, nada después entonces.
No hay Universo.
El todo por lo mismo de siempre, el PENSAMIENTO, la FILOSOFÍA A LA
AUTOINTERPRETACIÓN DE SÍ. Historiograficidad, hacer uso del discurso; el habla
explicitado por Kant:
(#)Coloco a esta pareja en un lugar a
resguardo de los ataques de las fieras y provisto en abundancia por la
Naturaleza,(a) es decir, un una especie de jardín cubierto de un cielo
benigno.(b) Y la contemplo después que ha adelantado bastante en su destreza
para servirse de sus fuerzas,(1) así que no comienzo con la cruda rudeza de su
natural;(2) porque, de intentar yo llenar esta laguna que de seguro ha durado
largo tiempo, es fácil que mis suposiciones le sobraran un poco al lector y le
faltaran un mucho a la verosimilitud. Por lo tanto, el primer hombre podía
erguirse y andar; podía hablar (Moisés, cap. II V.20), sí, hacer uso del
discurso, es decir, hablar según conceptos coordinados(V.23)(3), por lo tanto,
pensar. Puras habilidades que tuvo que ganarlas por su mano (pues de haberle
sido procuradas se heredarían, lo que contradice la experiencia),(4) pero
adornado de las cuales le supongo ya
para poder tomar en consideración el desarrollo de lo moral en su hacer y
omitir, lo cual presupone aquella destreza primera.(5)
(#) Y el colocar ya elide por fuera en
un todo a la Historia. #hashtag, nada, hace el Twitter.
(@) Allí por comienzo en todo luego
Freud.
(1)
La naturalidad de sí. A la materia y su
género, el sexo, la metafísica entera.
(2)
Al todo así, en el reconocerse, habita por
certeza de adjudicación el talante. Así de juicios prejuiciamos un fundamento
por todo. Talante entonces. Así la vida, reclamas… gravedad la física,
nihilismo al punto la Justicia. Nada por todo, teoría instrumentas en la
secante que a ti y mí nos separa… Escuela, refranes luego, la burra no era
arisca.
(3)
Jugamos una demolición controlada.
Ya de aquí sobreentiéndase que en cualquier
momento de su historia, la poesía ha sido una fatua maldición sobre la especie
entera. Un lenguaje que de versos sólido se perturba.
Su solidez, ante el poeta, no tendría por qué
temblar así como lo hace. A mí me preocupa que se desmorone y no geste
avalanchas y derrumbes.
Más mire que es mejor no molestarnos.
(4)
Así la experiencia es de la verosimilitud
misma, en voluntad de poder, la Lógica.
Al servicio puro la anfibología.
O la teoría de la acción comunicativa-
nihilismo en gravedad si fuentes. Allí, del habla al plazo de COMUNICACIÓN, el
elidirse por realidad del habla su comprenderse a la razón del acto. Omisión,
después moral. Sistema entonces. El habla y el decir sometidos a la doctrina
del acto. Emerge por estética y filología entonces una poética del actor.
Movimiento…física ¿recuerdas?
Materia.[v]
Lo verosímil gobierna. La verosimilitud impera.
Así del reino el espacio.
Acción, la acción, es lo razonado por
correspondencia de la experiencia y el entendimiento en el hecho. Ciertamente
otra cosa es actuar, deje aparte el significado del Mundo. Los autores piensan
así las mascaras. Arthur Rimbaud:
¿Es almea? al nacer las horas azuladas
morirá, como mueren las flores
desfloradas...
¡Delante de la inmensa plaza donde se
siente
la ciudad que respira y crece
floreciente!
Demasiado hermoso, demasiado; y
necesario
––para la Pescadora y la canción del
Corsario––,
también, ya que las últimas máscaras
creyeron
en las
nocturnales que en el puro mar se hicieron.
[privación, omisión, elisión, silencio] [después el habla, el
discurso, la lengua, el lenguaje y la telemática de semiosis]
Lo razonado por correspondencia se llama interpretación y es
someter de parecer a figura. Otra cosa
posa la significación. Así la Ciudad, figúrese:
con el
dolor de Apolo detenido
con que he roto la máscara que llevas.[vi]
(5)
Las máscaras no se heredan, hacen la Ciencia.
Nosotros no sabemos qué es la muerte.
(a)
Del presupuesto en lugar el Mundo, del Mundo
el lugar en disposición a escena del espacio.
La preposición de algo, significa todo. ¿Cuál
es el espacio trascendente de la totalidad significada por todo al instante de
la preposición?
Eso, todo, totalidad. Así de una cuenta, su
relato y su signo, todo elide todo,
Paso de tiempo tal vez,
Unidad si el recuerdo osa su medida.
(b)
Alegoría de la interpretación. El jardín son
las letras –oh sorpresa- y el cielo benigno es el lector –Ay terror.
A
la alegoría misma, el tiempo, el fuego, la gramática, la voz.
De
la descripción fenoménica que Kant cabalga en la Hondonada, ¿qué posa de lo
filosófico mismo? Kant siempre, positivo.
El
positum moderno es la conquista de la
Piedad.
Miguel
Ángel.
Toda
analogía es la obra historiográfica entera.
La
historiograficidad, su analítica, comienza al signo.
II. - Símbolo, impresión, significatividad. La expresión y la
expresionalidad.
El significar del significarse, su significado, la asignación de
significado y el designio por asignación en significar, son allí al actuar, el
disponerse en esencia. Así el filósofo por la filosofía en su consignarse al
habla:
Todo aquello que puede ser
dicho, puede decirse con claridad: y de lo que no se puede hablar, mejor es
callarse.[vii]
Lectores,[viii]después
entonces todos los hechos.
Lo que posa la cosa por significación es el evento. Es el silencio
el plazo del callarse. La distancia que separa a la acción del actuar, ello que
la dispone en acto, es la posibilidad de la palabra, decir o hablar, ahí la
cuestión, entonces la escena. La cuestión jurídica y la obligación por
prescripción de la letra, el poder por representarse en fuerza coercitiva - el
juicio-, es una condición de la escena.
Otra cosa es Crear.[ix]
Al Estado compete por propiedad el resguardo de toda pantalla,
proyección y emulación simbólica del todo en el Teatro.[x]
Y es que la Acción es siempre, a instancia de cohecho, coerción efectiva.[xi]
Allí la Nación.[xii]
La escena es la posibilidad de condición del juicio.
Crear es gobernar todo referéndum.[xiii]
Hablar o callar a la razón que se estatuye por lenguaje es igual,
silencio habitan al patio todas las cruces.[xiv]
¿Y dónde está tu carne… señor?[xv]
Otra escuela seguramente los fundadores.
El decir, el campo de la afirmación, es el compuesto fundamental
al dispositivo lógico de la aserción. [PROPOSICIÓN, ASERCIÓN, AFIRMACIÓN, el
irse del lenguaje en la disposición de efectos]
Allí entonces de la proxémica, las jerarquías.
El movimiento entonces se deslaza
Comprobar,
Demostrar,
Verificar.[xvi]
Al respecto toda proposición, toda aserción, toda afirmación posan
en afecto de una teoría. La teoría por verdad se impone en totalidad del ente.
Allí de sí la absumisión de la poiesis al espectáculo. Las Bancantes ante el
terror del matrimonio:
Jamás
llegue yo a estar en nada sometida al poder de
varones.
Cual sola solución me puse como límite una constante
huida de
ese hostil matrimonio, guiada por las estrellas.
Elige a
Justicia por aliada y escoge el respeto temeroso
que te inspiran los dioses.
Todo efecto va y se comprende por lenguaje a la naturalidad
atribuida en propiedad a la noción del ACTO. Antes del hombre, el teatro, antes
del teatro el todo sin asiento de figura.[xvii]
Allí después la elisión que el cientificismo denota cual distancia
entre la metafísica y eso que llaman gnoseología.[xviii]
Azul paradoja. Todo pragmatismo comenzó en una reducción absurda al nihilismo.[xix]
A todo lo que no es, por ser, y se nombra pensamiento.[xx]
Así todo lo que no es, es pensado, a su retorno vuelve ello siempre verdad.
Pasado. Así, al a priori de lo falso, el poder sabe siempre la verdad;[xxi]El
habla, el deseo; Poemas de la soledad, en
University Columbia. Tu infancia en Mentón. Federico García Lorca.
Si, tu niñez ya fábula de fuentes.
Jorge Guillén
Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.
El tren y la mujer que llena el
cielo.
Tu soledad esquiva en los hoteles
y tu máscara pura de otro signo.
Es la niñez del mar y tu silencio
donde los sabios vidrios se
quebraban.
Es tu yerta ignorancia donde
estuvo
mi torso limitado por el fuego.
Norma de amor te di, hombre de
Apolo,
llanto con ruiseñor enajenado,
pero, pasto de ruina, te afilabas
para los breves sueños indecisos.
Pensamiento de enfrente, luz de
ayer,
índices y señales del acaso.
Tu cintura de arena sin sosiego
atiende sólo rastros que no
escalan.
Pero yo he de buscar por los
rincones
tu alma tibia sin ti que no te
entiende,
con el dolor de Apolo detenido
con que he roto la máscara que
llevas.
Allí, león, allí furia del cielo,
te dejaré pacer en mis mejillas;
allí, caballo azul de mi locura,
pulso de nebulosa y minutero,
he de buscar las piedras de
alacranes
y los vestidos de tu madre niña,
llanto de media noche y paño roto
que quitó luna de la sien del
muerto.
Si, tu niñez ya fábula de fuentes.
Alma extraña de mi hueco de venas,
te he de buscar pequeña y sin
raíces.
¡Amor de siempre, amor, amor de
nunca!
¡Oh, sí! Yo quiero. ¡Amor, amor!
Dejadme.
No me tapen la boca los que buscan
espigas de Saturno por la nieve
o castran animales por un cielo,
clínica y selva de la anatomía.
Amor, amor, amor. Niñez del mar.
Tu alma tibia sin ti que no te entiende.
Amor, amor, un vuelo de la corza
por el pecho sin fin de la
blancura.
Y tu niñez, amor, y tu niñez.
El tren y la mujer que llena el
cielo.
Ni tú, ni yo, ni el aire, ni las
hojas.
Sí, tu niñez ya fábula de
fuentes.[xxii]
Te afilabas roca de tiempo, fábula de fuentes nuestro propio juego. Del estado laico
británico posvictoriano al cristianismo entonces en Wittgenstein:
Pues los problemas filosóficos surgen
cuando el lenguaje hace fiesta. Y ahí podemos figurarnos ciertamente que
nombrar es algún acto mental notable, casi un bautismo de un objeto.[xxiii]
Allí la historiográfica del lenguaje. Después el Agua.
¿En qué se sustenta la concepción del Mundo en conformidad a
valores? De toda predicación la contextura del tiempo. Allí la gramática -en
toda su gravedad- ante la totalidad del quiebre.
Todo objeto es sujeto de experiencia… al modelado técnico
instrumental del dispositivo de su función, el poder al objeto, es el
argumento. Allí de sí de la ciencia por técnica al mundo la temporación.[xxiv]
Tiempo, temporación, temporalidad y antropología. La teoría de la
historia, el estructuralismo y la antropología. El curso de la abstracción
fenoménica de las ciencias sociales… el siglo XX.
Alma y novedad.[xxv]
También las verdades.
La universalidad de lo predicado por función. Los argumentos y el
efectuarse en la representación de la voluntad de poder. ¿Dónde así la voluntad
de poder al transcurso del proyecto de programa de la filosofía para Nietzsche?
Más allá del bien y del mal, 211:
Insisto, pues, en mi pretensión de que
no hay que confundir los trabajadores filosóficos y en general, los hombres de
ciencia, con los filósofos, y que en este punto hay que observar
escrupulosamente la regla: “a cada cual lo que le es debido” y no dar a éstos
mucho y a aquellos poco. Pudiera ser que fuese necesario, para la educación del
verdadero filósofo, que éste haya subido todos los escalones en los cuales sus
servidores, los obreros científicos de la filosofía se encuentran detenidos y
deben encontrarse detenidos; quizá debe él mismo haber sido crítico escéptico,
dogmático, historiador y también poeta, compilador, viajero, adivinador de
enigmas, moralista, vidente, “espíritu libre”: haber sido casi todo, en fin,
para recorrer el círculo de los valores humanos y del sentimiento de los
valores, para poder mirar, con ojos y con conciencia dotada de facultades
múltiples a todas las lejanías y a todas las alturas y a todos los horizontes.
Pero esto no representa más que las
condiciones primarias de su tarea; esta tarea exige otra cosa más; exige que
“cree valores”. Todos los obreros filosóficos, plasmados sobre el nombre modelo
de Kant y de Hegel, tendrán que fijar y reducir a fórmulas un vasto estado de
valores, es decir de valores establecidos, creados antiguamente, que se han
hecho predominantes, y, durante un cierto tiempo, han sido llamados “verdades”,
valores en el dominio lógico, político (moral) o artístico. Corresponde a estos
investigadores hacer visible, concebible, tangible, manejable todo lo que ha
pasado y ha sido estimado hasta ahora, abreviar todo lo que largo, el “tiempo”
mismo, y subyugar todo orgullo delicado y toda voluntad tenaz pueden encontrar
satisfacciones. “Pero los verdaderos filósofos tienen por misión mandar e
imponer la ley.” Ellos dicen: “Esto debe ser así.” Determinan, ante todo, la
dirección y el porqué del hombre y disponen para esto del trabajo preparatorio
de todos los obreros filosóficos, de todos los sojuzgadores del pasado; cogen
el porvenir con mano creadora, y todo lo que sido les sirve de medio de
instrumento, de martillo. Su “investigación del conocimiento” es “creación”, su
creación es legislación, su voluntad de verdad es…”voluntad de poderío”.
¿Existen hoy en día semejantes filósofos? ¿Hubo jamás semejantes filósofos? ¿No
será preciso que haya semejantes filósofos?
Valor, el pensarse en mí, a mi representación, es algo que no
puede ser nombrado, yo. Ese yo tiene la amplitud por historicidad de lo que la
filosofía del lenguaje y la lingüística eliden a condición de posibilidad de un
método. Siempre tendrás una clepsidra a bien resguardarte.
Un comentarista de Wittgenstein habla:
determinadas funciones gramaticales de un lenguaje no tendrían
correlato alguno en otro.[xxvi]
La poesía entonces, sólo un lenguaje. El pensamiento por espacio:
Se ha dicho que, en un cierto sentido, un modelo viste a la teoría
pura; que la teoría desnuda son frases o ecuaciones. Esto tiene que
examinarse posteriormente con más detalle. Podríamos encontrarnos con que tal
modelo de la mente tendría que ser muy complicado e intrincado para explicar
las actividades mentales observadas; y sobre esta base podríamos llamar a la
mente un extraño tipo de medio. Pero este aspecto de la mente no nos interesa.
Los problemas que puede plantear son problemas psicológicos y el método para su
solución es el de la ciencia natural. Ahora bien, si lo que nos concierne no
son las conexiones causales, las actividades de la mente están abiertas ante
nosotros. Y cuando nos preocupamos por la naturaleza del pensamiento, la
confusión que erróneamente interpretamos referirse a la naturaleza de un medio
es una confusión causada por el uso desconcertante de nuestro lenguaje.
Este tipo de falta se presenta una y otra vez en filosofía; por
ejemplo, cuando nos sentimos confusos sobre la naturaleza del tiempo, cuando el
tiempo nos parece una cosa extraña. Nos sentimos fuertemente inclinados
a pensar que aquí hay cosas ocultas, algo que podemos ver desde fuera, pero
dentro de lo cual no podemos mirar. Y, sin embargo, no sucede nada de esto. No
son nuevos hechos sobre el tiempo lo que queremos conocer. Todos los hechos que
nos conciernen se hallan patentes ante nosotros. Pero es el uso del sustantivo
"tiempo" lo que nos desconcierta. Si examinamos la gramática de esta
palabra, nos daremos cuenta de que no es menos asombroso que se haya concebido
una deidad del tiempo que si se hubiese pensado en una deidad de la negación o
de la disyunción.
Por tanto, el hablar del pensamiento como de una "actividad
mental" produce confusión. Podemos decir que '.pensar es esencialmente la
actividad de operar con signos. Esta actividad es realizada por la mano, cuando
pensamos escribiendo; por la boca y la laringe, cuando pensamos hablando; y si
pensamos imaginando signos o imágenes, no puedo indicarles un agente que
piense. Si se dice entonces que en estos casos es la mente la que piensa, yo
llamaría solamente la atención sobre el hecho de que se está utilizando una
metáfora, de que aquí la mente es un agente en un sentido diferente de aquel en
que puede decirse que la mano es el agente al escribir.
Si seguimos hablando sobre el lugar donde se realiza el
pensamiento, tenemos derecho a decir que este lugar es el papel sobre el que
escribimos o la boca que habla. Y si hablamos de la cabeza o del cerebro como
del lugar del pensamiento, lo hacemos usando la expresión lugar del
pensamiento" en un sentido diferente. Examinemos cuáles son las razones
para llamar a la cabeza el lugar del pensamiento. No es nuestra intención
criticar esta forma de expresión o mostrar que no es apropiada. Lo que debemos
hacer es: comprender su funcionamiento, su gramática; por ejemplo, ver qué
relación tiene esta gramática con la de la expresión "pensamos con la
boca" o "pensamos con un lápiz sobre un trozo de papel". Quizá la
razón principal por la que tenemos una inclinación tan grande a hablar de la
cabeza como del lugar de nuestros pensamientos es ésta: la existencia de las
palabras "pensar" y "pensamiento" junto a las palabras que
denotan actividades (corporales), tales como escribir, hablar, etc., nos hace
buscar una actividad, diferente de éstas, pero análoga a ellas, que corresponda
a la palabra "pensar". Cuando las palabras tienen prima facie en
nuestro lenguaje ordinario gramáticas análogas, nos inclinamos a intentar
interpretarlas análogamente; es decir, tratamos de hacer valer la analogía en
todos los campos. Decimos: "El pensamiento no es lo mismo que la frase,
pues una frase inglesa y una frase francesa, que son completamente diferentes,
pueden expresar el mismo pensamiento." Y ahora, puesto que las frases
están en alguna parte, buscamos un lugar para el pensamiento. (Es como
si buscásemos el lugar del rey del que tratan las reglas del ajedrez, como
opuesto a los lugares de los diferentes trozos de madera, los reyes de los
diferentes juegos de piezas.) Decimos: "sin duda, el pensamiento es álgo;\no
es nada", y todo lo que se puede contestar a esto es que la palabra
"pensamiento" tiene su uso, que es de un tipo totalmente
diferente del uso de la palabra "frase".[xxvii]
Adiós la Tierra, hemos abandonado el Mundo. El presupuesto del
espacio es la acción. Después entonces NOSOTROS. Así del uso, de la disputa que
elide el ser al sitio del problema, la palabra o la frase, posa en totalidad lo
mismo una idea, instancia que compara, una duda. Ahí la mente, la lluvia para
Antígona. Sófocles, Antígona, v. 825 y s.
Oí que de la manera más lamentable
pereció la extranjera frigia, hija de Tántalo junto a
la cima del Sípilo: la mató un crecimiento de las
rocas
a modo de tenaz hiedra. Y a ella, a medida que se va
consumiendo, ni las lluvias ni la nieve la abandonan,
según cuentan los hombres. Y se empapan las mejillas
bajo sus ojos que no dejan de llorar. El destino me
adormece de modo muy
semejante a ella.[xxviii]
De sí el irse consumiendo. La mente, la humedad del ciclo no la
abandonan. Entonces luego el formarse en valores, la formación de valores es el
formarse del mí, la formación del yo. La formación de universales, la consigna
en significado de una eternidad en tempestad, temporal y brisa… luna azul al giro
de la tempestad.
Comprensiones.
¿Quién duda? El sujeto trascendente.[xxix]
Piélago ocaso. El tiempo, nada, es eso que no es nadie, no es de
nadie. Allí la acción en todo, un navegar suscita al tiempo del espacio.
Después el sol.
Es. Y el ser se comprende tan sólo a la acción, después entonces
para acción los intérpretes, sólo allí los actos en propiedad nombrados. Luego
el pasado, todos los errores.
Más así de ello, el yo por especificidad nombrada a la razón del
pensamiento, elide de sí, a la constitución de su certeza, la intuición. Al
acto corresponde sólo el personaje y su distancia, el espectador.[xxx]
Eleusis en una purga… vino de paz en vomitiva.
Te levantas y apagas la luz.
Prehistoria de la hermenéutica historiográfica a la historicidad compositiva de la filosofía
analítica por filosofía de la historia. [EL LENGUAJE] .AQUÍ ENTONCES UN RESUMEN
PROPOSICIONAL DE LA TESIS DE REBECA VILLALOBOS.[xxxi]
De ello el nombrar del Tractatus al nombrar de las Investigaciones filosóficas.
Todo hecho se presenta al dato.
Del dato, el espacio,
todo confrontarse del dado al hecho por su instinto técnico es
heuresis.
La complejidad del estudio de la filosofía no es la filosofía, es
el respeto por obediencia a la filiación de doctrina que por formación en
enseñanza nuestros profesores nos medican.
Heurética:
- Si es usted psiquiatra, extienda luego así la receta:
Así la suspensión analítica al poder- de la condición pedagógica,
las jerarquías.
[i]
El determinarse del filosofar, el declinarse, todo tonto.
[ii]
Analítica le llaman, ellos gobiernan.
[iii]
V.gr. Jean-Paul Sartre entero; sí, incluso allí, en la buenas intenciones.
[iv]
La signfificatividad lo único universal; más justo ahí se quiebra la
dialéctica. Al principio no era todo y no era siempre. No fue siempre.
El Nunca era nunca.
Una inmensa, inconcebible e inefable masa de
neutrinos, en tal magnitud condensada que contiene al universo entero,
infinito.
Allí entonces somos todo. Cada paso en el
cielo nosotros, lo mismo.
El producirse del todo y el consumirse del
todo.
La totalidad del universo en lo infinito.
El consumarse de la totalización.
[v]
La privación, no ser en sí, a tanto que la materia es cuasi-sustancia.
La privación así, no participar de la unidad
es el fuera que el decurso del todo habilita.
La negación a la privación en la materia, es
el espíritu, espíritu mismo que hace a decisión la materia, su apariencia y su
afecto.
El afecto es siempre un objeto. Sólo así las
cosas y la universalidad de una prédica.
La Verdad entonces no importa nada.
Método, Método, hace siempre todo verdadero.
[vi]
Esto es Federico García Lorca.
[vii]
Ser o no ser, emplaza en sentido el discurso de la experiencia… a la
experiencia el comienzo por instrumento del método… la recepción de Hume a
Descartes.
[viii]
Kant-o, Prolegómenos a toda metafísica
futura que pretenda presentar en ciencia, prólogo:
Estos Prolegómenos no son para
uso de aprendices, sino para futuros maestros, y aun a éstos no les han de
servir para ordenar la exposición de una ciencia ya existente, sino ante todo
para hallar esa ciencia misma.
Hay sabios cuya filosofía propia
consiste en la historia de la filosofía (de la antigua y de la moderna); para
éstos no han sido escritos los prolegómenos presentes. Deben esperar hasta que
aquellos que se toman el trabajo de nutrirse de las fuentes de la razón misma
hayan terminado su tarea, y entonces será su turno de informar al mundo acerca
de lo ocurrido. En caso contrario, no se puede decir nada que según su opinión
no haya sido dicho ya; y esto puede también tenerse, efectivamente, por una
predicción infalible para todo lo futuro; pues como el entendimiento humano ha
divagado de muchas maneras sobre innumerables objetos durante muchos siglos, es
difícil que para cada novedad no se encuentre algo antiguo que guarde alguna
semejanza con ella.
Entonces
quizá el tiempo, y todo el pasado. Más bueno, ahí están Comte [1], Darwin [2],
Marx [3], Weber [4], Saussure [5], y todo el pragmatismo anglosajón.
La Iglesia católica comienza con la
orientalización del occidente.
Los reyes pasan del sitio institucional del
poder a la negativa aquilinea que
inspira todas las líneas de Homero hasta su subversión anímica por Platón y su
hombre.
El nombre entonces arké… Figúrese usted la
significatividad pura que opera por estructura la significatividad [Reina
Isabel de Castilla].
[ix]
Y del juicio justo, otra cosa el César.
[x]
El te-atro es siempre el arte-facto. Saga de Génesis imprecaba –¡Explosión de
Galaxias!
[xi]
Capitalización del hecho del concepto, de lo concebido del concepto la
definición y el plazo al experimentarse al decurso de lo recién, en poderío del
Estado, normal. Allí de sí, en todo, el dictarse –¡y el dictaminarse!- de las
políticas públicas. Al traro en el tacto
entonces, ¿abrimos las gramáticas que han gobernado la socialidad de las
naciones hispánicas? Justicia entonces.
La materia es así la no-verdad, a su disposición por
sentido en el esquema –la física- todo lo verdedero.
Es el habla que remonta sus respectos a lo natural.
[xii]
Allí la significancia del evento significativo y la significatividad del evento
significante.
Hablar, decir, oír y pasar. Historiograficidad
la bruma.
[xiii]
Allí al pan el pan, allí el vino.
[xiv]
La historia de la historiograficidad.
[xv]
Detrás ya siempre estatua de Sal- le conmino a olvidar todo lo sabido antes por
realidad al respecto del paso…
No bueno, abandonar paradigmas, asentar
paradigmas…
Camine entonces,
Nihilidad.
[¿moral y figuras públicas…no?
Claro… no bueno]
Olvídelo todo nada más.
Allí comienza todo. Es simple.
Al descubrimiento siempre la verdad en los
hechos.
El diablo siempre. Confesión.
[xvi]
La cobardía del pragmatismo al bien de confrontarse; hablan de la Civilización,
sólo son sus intereses. Cfr. Quine, vid. Infra. n. 265. El filosofar.
-
No, no quiso decir, eso.
-
No bueno, siquiera lo dijo, se dice, ¿de dónde y
a qué salud dicho prevecho?
-
La pena señor, la gravedad…
-
¡Ah! ¡Claro, usted pregunta a los hechos!
[xvii]
Ni sombra, ni cabeza.
[xviii]
Hume, el pensarse del pensamiento. La dialéctica por totalidad [Nihilismo
moderno]
Del
origen de nuestras ideas.
Todas las percepciones de la mente
humana se reducen a dos géneros distintos que yo llamo impresiones e ideas.(1)
La diferencia entre ellos consiste en los grados de fuerza y vivacidad con que
se presentan a nuestro espíritu y se abren camino en nuestro pensamiento y
conciencia. A las percepciones que penetran con más fuerza y violencia llamamos
impresiones, y comprendemos bajo este nombre todas nuestras sensaciones,
pasiones y emociones tal como hacen su primera aparición en el alma. Por ideas
entiendo las imágenes débiles de éstas en el pensamiento y razonamiento, como,
por ejemplo, lo son todas las percepciones despertadas por el presente
discurso, exceptuando solamente las que surgen de la vista y tacto y
exceptuando el placer o dolor inmediato que pueden ocasionar. Creo que no será
preciso emplear muchas palabras para explicar esta distinción.(2) Cada uno por
sí mismo podrá percibir fácilmente la diferencia entre sentir y pensar. Los
grados comunes de éstos son fácilmente distinguidos, aunque no es imposible en
casos particulares que puedan aproximarse el uno al otro. Así, en el sueño, en
una fiebre, la locura o en algunas emociones violentas del alma nuestras ideas
pueden aproximarse a nuestras impresiones del mismo modo que,(3) por otra
parte, sucede a veces que nuestras impresiones son tan débiles y tan ligeras
que no podemos distinguirlas de nuestras ideas. Pero a pesar de esta próxima
semejanza en pocos casos, son en general tan diferentes que nadie puede sentir
escrúpulo alguno al disponerlas en dos grupos distintos y asignar a cada uno un
nombre peculiar para marcar esta diferencia.
(1)Las expresiones son por tanto
apercepciones, y no competen al campo del espectro del pensamiento, son antes
experiencias y acciones.
No bueno, todo pensar es experiencia que toda
experiencia es pensarse, toda acción, un pensarse piensa del tiempo la
devoción, distinta sal, distinta sangre.
La inscripción de un principio técnico a bien
gobernar el mundo.
(2) Terror, no bueno, el todo definido en cosa
al plazo de una ficción. Historiograficidad elidida en naturalidad.
Allí después la teoría antropológica. De la
teoría antropológica la prescripción por temporalidad del horizonte de certeza
al complejo de interpretación de alteridad al comando de la temporalidad
elidida, la historicidad.
¿Cómo
Hume escribe historia?
La no difícil facultad de reconocerse es del
informe la formación de una opinión.
La modernidad técnico científica a bien
emplazar el trámite de la hipótesis al dispositivo social-normativo del gusto.
Los problemas del gusto.
(3) La requisición
a emplazar por plazo la necesidad. De la teoría la imposición de su doctrina
por realidad factual…así de la comprensión su emplazamiento retórico –ahí toda
comprensión es la dialéctica. Luego de la realidad, su idea, la ficción entera.
El filosofar,
David Hume:
Es usual entre los matemáticos
pretender que las ideas que constituyen el objeto de su investigación son de
una naturaleza tan refinada y espiritual que no caen bajo la concepción de la
fantasía, sino que deben ser comprendidas por una visión pura e intelectual, de
la que tan sólo las facultades superiores del alma son capaces. La misma
concepción aparece en muchas de las partes de la filosofía y se emplea
principalmente para explicar nuestras ideas abstractas y para mostrar c.mo
podemos formarnos la idea de un triángulo, por ejemplo, que no sea ni
isósceles, ni escaleno, ni limitada una longitud y proporción particular de los
lados. Es fácil ver por qué los filósofos están tan entusiasmados con esta
noción de las percepciones espirituales y refinadas, ya que por su medio
ocultan muchos de sus absurdos y rehúsan someterse a las decisiones de las
ideas claras, apelando a las que son obscuras e inciertas. Pero para destruir
este artificio no necesitamos más que reflexionar acerca del principio sobre el
que hemos insistido de que todas nuestras ideas son copia de nuestras
impresiones. De aquí. podemos concluir inmediatamente que, ya que todas las
impresiones son claras y precisas, las ideas que son copias de ellas deben ser
de la misma naturaleza y no pueden nunca, más que por nuestra culpa, contener
algo tan obscuro e intrincado. Una idea es por su naturaleza más débil y tenue
que una impresión; pero siendo en los restantes respectos la misma, no puede
implicar un misterio muy grande. Si su debilidad la hace obscura, nuestra tarea
es remediar este defecto tanto como sea posible, haciendo a la idea estable y
precisa, y hasta conseguir esto es en vano pretender razonar y filosofar.
La
enseñanza,y de la forma en el sistema el someterse del Mundo. Imperar.
La posición
de Hume es la del alumno brillante, la de Wittgenstein la del alumno arrogante
en su acreditación de maestro.
Hume es el
gran destructor de la fuerza de los reyes en el pensarse y disponerse de la
palabra por autoridad de poder y certeza.
La claridad
de que habla Wittgenstein no es la claridad de Hume. Todo principio es en razón
del siempre pura fantasía.
[xix]
Y es que su estado de condición, no es su estado de concrescencia, aún cuando
ambos sea datos.
Allí entonces el emplazamiento del Estado fallido.
El pasado mismo es un texto. El texto es todo el
pasado. Su instancia hermenéutica se llama instante, su instancia crítico-exegética, se llama
evento. El evento se compone en análisis.
Esta es la estructura eterna de la historiograficidad,
dato del factum de la estela.
Así el poema.
[xx]
Se reclama propiedad. Saber se otorga.
[xxi]
Nosotros no sabemos qué significa pensar.
[xxii]
Fuentes, fábulas,
niñez en las hojas,
tierna primavera.
Yo ni yo, aire, ni cielo
tú, Mujer el tren
y vapor a quien va.
Oscuridad la tarde,
La música,
Las rocas.
Lo que le pasó a España fue la absumición de la
subjetividad liberalizada por la reforma de la Iglesia católica en el concilio
de Trento.
Las reformas y las político-económicas de las naciones
inversionistas.
El reino, la autoridad, la democracia.
La absumisión atenta de las personas.
Allí de sí el espacio cartesiano…
Después entonces todo afrancesamiento.
Del entretejerse del orden moral del régimen francés de
gobierno, la propia Francia…
Qué entonces a lado de uno y otro dispositivo condona
del habla la gracia a la responsabilidad de lo gratuito- lo público mismo. Allí
entonces el yo señores… la privación.
El discurso insnaturalista de las modalidades de la
privación, la analítica de la realidad, es la misma idea que a la institución
lógica elide a la gravedad del signo, lo descartable en el bien de la utilidad
del fin único mismo. La danza de las figuras.
El mito entonces, la narrativa.
Sí claro, todo está en el pergamino.
¿lo nuestro elidido? La dialéctica entera.
[xxiii]
Así entonces todo el reservorio moral a la amplitud de gobierno- figúrese
entonces.
[xxiv] Sonia Martinez. La metafísica ante el
americanismo.
la inmediatez de la enunciación pierde
todo sentido desde que se someten los enunciados a la pragmática. No hay nada
universalizable , sólo pre-tensiones de definir, medir, delimitar abstracciones
tales como es "ser", la "verdad", la "esencia" de
la escritura. lo universalizable se parece al totalitarismo, y el ser de cada
sujeto es un abismo particular, experiencia, goce sufrimiento, necesidad,
deseo, nombre...y mucho màs. Todo es discurso que crea para un momento su
propia verdad, paradigma, que ante la primer anomalía hace crisis, y hay que
volver a comenzar, adherir a otra supuesta verdad (por su utilidad) y rescatar
o no, lo que pueda servir del paradigma anterior. Si es rotundo el cambio se
hablará de revolución, pero el saber es inconmensurable, y las políticas del
poder que lo sustentan tambièn. Se es-cribe tal vez hipotetizando una "verdad".
pero si es por la noche a la mañana ya puede cambiar esa "realidad".
[xxv]
Allí entonces los circuitos del habla en la socialidad y la constructiva del
Estado. Kant, ¿Qué es la Ilustración?
[Moral] [Socialidad] [Gobierno] [Estado] [sociabilidad]
[Vida cotidiana]
[…] el uso que de su razón
hace un clérigo ante su feligresía, constituye un uso privado; porque se trata
siempre de un ejercicio doméstico, aunque la audiencia sea muy grande; y, en
este respecto, no es, como sacerdote, libre, ni debe serlo, puesto que ministra
un mandato ajeno. Pero en calidad de doctor que se dirige por medio de sus
escritos al público propiamente dicho, es decir, al mundo, como clérigo, por
consiguiente que hace un uso público de su razón, disfruta de una libertad
ilimitada par servirse de su propia razón y hablar en nombre propio. Porque
pensar que los tutores espirituales del pueblo tengan que ser, a su vez,
pupilos, representa un absurdo que aboca en una eternización de todos los
absurdos.
[Economía] [producción] [Nobleza] [Riqueza]
El decurso del gobierno a la atención de la ciencia… la
deuda pública.
Y no decimos alguien, los marxistas.
-
¿Marxistas? Fetichistas señores, pensadores.
Lo público y la privación del esfuerzo. [trabajo]
[xxvi]
Coacción semántica reclamas. No bueno, determinadas funciones no tendrían
argumento… en otro régimen de instituciones…
Determinado régimen de instituciones…
Otra moral. Lógica entonces.
A la lógica la sigue el instinto, después las razón.
Historiograficidad eterna, sólida al punto.
[xxvii]
Ludwig Wittgenstein, Cuadernos Azul y Marrón.
[xxviii]
El mito de la lluvia
Afrodita al
Canto
el puro
Cielo ansía penetrar a la Tierra /
y a ésta posee el deseo de conseguir
sus nupcias
/
y la lluvia, cayendo del Cielo caudaloso, /
preña a la
Tierra; y ella da a luz para los hombres /
pastos
de los
rebaños y el cereal sustento /
y los
frutos arbóreos: cuanto existe ha nacido /
de esas
húmedas bodas que yo patrocino.
La
termópilas descritas por Esquilo mediante un canto en los versos,
El
emplazamiento por escena a la razón del llanto:
Persas, v.
460:
no era
posible a los persas hallar
un lugar al
que dirigirse y eran golpeados por lluvia de 460
piedras
tiradas a mano, y, por los dardos que les caían
impulsados
por la cuerda del arco, fueron pereciendo
Los siete
contra Tebas v. 159 y ss.
;Ay,
ay, ay, ay! Una lluvia de piedras desde arriba
160
lanzada parte de las almenas 27.
;Oh amado Apolo! Hay
en
las puertas fragor de broncíneos escudos.
Las suplicantes v. 30 y ss.
j
Y al enjambre soberbio de machos, vástugos
de
Egipto, arrojadlo al ponto con su nave de remos
ligeros
antes de que ponga su pie sobre esta ribera de la
tierra
firme! j Y que allí, en el fragor de la tempestad, entre
truenos,
rayos y los huracanes que arrastran la lluvia,
35
enfrentados a un piélago fiero, perezcan, antes que algún
día,
usurpadas por ellos sus primas, suban a unas camas
40
que no los aceptan, cosa que no es lícita!
Agamenón, v 650 y ss.
Sí, se
conjuraron, a pesar de ser antes los más enemi- 650
gos, el
fuego y el mar, y, en prueba de fidelidad, destruyeron
la
desdichada escuadra griega. En plena noche se había
levantado
el infortunio de un oleaje cruel. Los vientos
de Tracia
destrozaban las naves unas contra otras.
Y
corneándose por la furia del tifón y la violenta acometi- 65s
da de la
lluvia, fueron desapareciendo en el remolino que
originaba
ese mal pastor 93, y al elevarse el resplandeciente
fulgor del
sol, vemos que el mar Egeo está floreciente con 660
los
cadáveres de guerreros aqueos y restos de naves.
Escapar al
Hades marino Agamenón, v. 661 y ss.
A
nosotros y a nuestra nave, con su casco
intacto, la verdad es
que un dios
-no era ser humano- nos hurtó a la tormenta
o rogó con súplicas
nuestra salvación, luego de haber
sujetado el
timón. La diosa Fortuna salvadora, sintiendo
amor por nuestra nave, fue sentada en ella, de
modo
que ni
estando anclada pudiera sufrir violentos bandazos
debido a
las olas ni durante la travesía chocase con tierra
rocosa.
El modo…
Al circuito
total la lluvia sólo Zeus la concede:
Agamenón,
1390.
Me
salpicaron las negras
gotas del
sangriento rocío, y no me puse menos alegre que
la
sementera del trigo cuando empieza a brotar con la lluvia
que Zeus concede.
Del poeta
el comprenderse por totalidad la razón. La razón es Lluvia,
La razón
sólo Zeus condede:
Piedras de
afilar del destino.
Agamenón
1530
Me
falla la mente al tratar de buscar un re- lao
curso
certero. No encuentro hacia dónde volverme, cuando
esta
casa se derrumba. Me asusta el fragor sangriento
de
lluvia que abate a esta casa. Ya no es precisamente una
llovizna,
y Justicia se está afilando para otra accidn daño- 1535
su
en otras piedras de afilar del destino.
Qué
sucede con la lluvia entonces para el Prometeo…
Todo
está sepultado,
Y
el Cáucaso es una escena del Hades
Lo
exterior al ámbito de la physis.
De
los muertos lo cortado por las piedras y dejado de lado…
Allí
toda la sapiencia sepultada a la voz del hombre.
Así
entonces la lluvia para
Sófocles…Antígona, v. 355:
Se enseñó a sí mismo el lenguaje y el alado pensamiento,
así como las civilizadas maneras de comportase,
y también, fecundo en recursos, aprendió a esquivar
bajo el cielo los dardos de los desapacibles hielos y los de las
lluvias Nada de lo por venir le
encuentra falto de recursos.
Sólo del Hades no tendrá escapatoria.
De enfermedades que no tenían remedio ya ha discurrido posibles
evasiones.
La teoría es la poesía del acto.
El hombre, en su soledad, es el hombre.
De la noción de teoría de Álvaro Matute, la prescripción de la teoría
para los circuitos de la escritura en México.
La lluvia es la historia del hombre.
Entonces así la fenoménica.
[xxix]
No señores, me dirás… el trascendente es el objeto.
[-Nótese entonces la coacción de la gnosis…
Ya sabe, la doctrina esotérica de Aristóteles.
La dialéctica del oriente… la doctrina del amo
La doctrina del servicio.
Del silencio de Buda emergió después su larga sombra,
Ella misma subió entera al monte del abismo.
Ella misma su razón nombró y hoy te habla.
Escritura al punto. Nada más.
El habla, el camino del habla, es del historiografía
misma la vida entera,
El comprenderse por totalidad de la historicidad.
El ser-humano, la ciencia del hombre, comienza sólo en
la suspensión analítica del objeto predicado.
En un poema, al punto, nada es gravedad.
Todo hace del ser liviano, gravita,
Está en oquedad.
Así entonces del piso lo fijo,
Las letras.
Tu corazón quien vuela detrás.
[y de pájaros soñaste formar las letras]
[cf. Milán Kundera… digo, si ocupa de formación
histórico narrativa]
[la función de la gravedad en el meditarse del tránsito
de ruta en la trayectoria del argumento de función]
De la representación, el escenario, la escena, el
actor, del actor el personaje y del personaje la pre-ocupación]
[el carácter]
La narrativa de México en la interpretatividad del
régimen de Clases. Sánchez Andraka, la política estudiantil al desarrollo. J.
Sánchez Andraka
La novela comienza:
Terminé.
La secundaría. Me inscribiría en la Prepa. Dos meses de vacaciones me dejaron
aburrido. Ya tenía ganas de ir a clases. No por las materias, que me importan
un comino, sino por los cuates, las chamacas.
Fui a arreglar mis papeles. Encontré a Héctor
-¡Qui´hubo, mano! ¿Vas a inscribirte?
–me preguntó festivo.
-¡Claro..! ¿Tú no?
Termina:
HÉCTOR Y ROSA salieron de la cárcel a los pocos días.
El juez dijo que eran víctimas y no delincuentes.(1) Qué eran jóvenes
Intercruzamiento de categorialidad. De la lógica tal
vez, la tautología de definir en conformidad a lo diferente. No son lo mismo
ahora, ciertamente… son no delincuentes.
Por que se hayan no juzgados.
Sólo por la Iglesia Católica existe la salvación… de
este Mundo.
[-Este mundo es mi Mundo, clama el Sacerdote]
Quien sostiene el mango de un sartén, posee la muerte.
El cristianismo cómo rompe con la universalidad del
dogma…
[si mismo tal vez] [el signo]
Allá corre todo el emplazamiento por el universo…
Más hace que nunca hemos …
Gobierna quien se informa, recibe informes y conforma.
De lo conformado, la delegación,
entonces la forma.
Allí el poder por estructura en todo.
[naturalidad historiográfica]
De la definición lo mismo…
Natural…
Lenguaje tal vez…
¿Buscas verdades?
Siempre podrá sancionarse el todo en el imperativo del
gusto…
[xxx]
¿Quién es el espectador para José Ortega y Gasset y cómo así el disponerse del
filosofar en el orbe hispánico?
José Ortega y Gasset, El espectador, 1916.
El escritor pasa, a lo mejor, por
zonas espirituales donde no brota una idea. A veces, dura meses la estéril
situación. Durante ellas el lector habrá de contentarse con un «espectador» que
lee, extracta y copia. Otros números llevarán un trozo de mi alma.
Dos notas sobre
el orbe hispánico, Octavio Paz, La casa de la presencia:
El único escritor español de ese
período que merece plenamente el nombre de romántico es José María Blanco
White. Su familia era de origen irlandés y uno de sus abuelos decidió
hispanizar el apellido simplemente traduciéndolo: White = Blanco. No sé si
pueda decirse que Blanco White pertenece a la literatura española: la mayor
parte de su obra fue escrita en lengua inglesa. Fue un poeta menor y no es sino
justo que en algunas antologías de la poesía romántica inglesa ocupe un lugar
al mismo tiempo escogido y modesto. En cambio, fue un gran crítico moral,
histórico, político y literario. Sus reflexiones sobre España e Hispanoamérica
son todavía actuales. Así pues, aunque no pertenezca sino lateralmente a la
literatura española, Blanco White representa un momento central de la historia
intelectual y política de los pueblos hispánicos. Blanco White ha sido víctima
tanto del odio de los conservadores y nacionalistas como de nuestra incuria:
gran parte de su obra ni siquiera ha sido traducida al español. En íntimo
contacto con el pensamiento inglés, es el único crítico español que examina
desde la perspectiva romántica nuestra tradición poética: «Desde la
introducción de la métrica italiana por Boscán y Garcilaso a mediados del siglo
XVI, nuestros mejores poetas han sido imitadores serviles de Petrarca y los
escritores de aquella escuela... La rima, el metro italiano y cierta falsa idea
del lenguaje poético que no permite hablar sino de lo que los otros poetas han
hablado, les ha quitado la libertad de pensamiento y de expresión». No
encuentro mejor ni más concisa descripción de la conexión entre la estética
renacentista y la versificación regular silábica. Blanco White no sólo critica
los modelos poéticos del siglo XVIII, el clasicismo francés, sino que va hasta
el origen: la introducción de la versificación regular silábica en el siglo XVI
y, con ella, la de una idea de la belleza fundada en la simetría y no en la
visión personal. Su remedio es el de Wordsworth: renunciar al «lenguaje
poético» y usar el lenguaje común, «pensar por nuestra cuenta en nuestro propio
lenguaje». Por las mismas razones deplora el predominio de la influencia
francesa: «es desgracia notable que los españoles, por la dificultad de
aprender la lengua inglesa, recurran exclusivamente a los autores franceses».
Dos nombres parecen negar lo que he dicho: Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de
Castro. El primero es un poeta que todos admiramos; la segunda es una escritora
no menos intensa que Bécquer y quizá más extensa y enérgica (iba a escribir
viril, pero me detuve: la energía también es mujeril). Son dos románticos
tardíos, inclusive dentro del rezagado romanticismo español. A pesar de que
fueron contemporáneos de Mallarmé, Verlaine, Browning, su obra los revela como
dos espíritus impermeables a los movimientos que sacudían y cambiaban a su
época. No obstante, son dos poetas auténticos que, al cerrar el vocinglero
romanticismo hispánico, nos hacen extrañar al romanticismo que nunca tuvimos.
Juan Ramón Jiménez decía que con Bécquer comenzaba la poesía moderna en nuestra
lengua. Si fuese así, es un comienzo demasiado tímido: el poeta andaluz
recuerda demasiado a Hoffmann y, contradictoriamente, a Heine. Fin de un
período o anuncio de otro, Bécquer y Rosalía viven entre dos luces; quiero
decir: no constituyen una época por sí solos, no son ni el romanticismo ni la
poesía moderna. El romanticismo fue tardío en España y en Hispanoamérica, pero
el problema no es meramente cronológico. No se trata de un nuevo ejemplo del
«retraso histórico de España», frase con la que se pretende explicar las
singularidades de nuestros pueblos, nuestra excentricidad. ¿La pobreza de
nuestro romanticismo es un capítulo más de ese tema de disertación o de elegía
que es «la decadencia española»? Todo depende de la idea que tengamos de las
relaciones entre arte e historia. Es imposible negar que la poesía es un
producto histórico; también es una simpleza pensar que es un mero reflejo de la
historia. Las relaciones entre ambas son más sutiles y complejas. Blake decía:
Ages are all equal hut Genius is always above the Age. Incluso si no se
comparte un punto de vista tan extremo, ¿cómo ignorar que las épocas que
llamamos decadentes son con frecuencia ricas en grandes poetas? Góngora y
Quevedo coinciden con Felipe III y Felipe IV, Mallarmé con el Segundo Imperio,
Li Po y Tu Fu son testigos del colapso de los T'ang. Así, procuraré esbozar una
hipótesis que tenga en cuenta tanto la realidad de la historia como la
realidad, relativamente autónoma, de la poesía.
El romanticismo fue una reacción
contra la Ilustración y, por tanto, estuvo determinado por ella: fue uno de sus
productos contradictorios. Tentativa de la imaginación poética por repoblar las
almas que había despoblado la razón crítica, búsqueda de un principio distinto
al de las religiones y negación del tiempo fechado de las revoluciones, el
romanticismo es la otra cara de la modernidad: sus remordimientos, sus
delirios, su nostalgia de una palabra encarnada. Ambigüedad romántica: exalta
los poderes y facultades del niño, el loco, la mujer, el otro no—racional, pero
los exalta desde la modernidad. El salvaje no se sabe salvaje ni quiere serlo;
Baudelaire se extasía ante lo que llama el «canibalismo» de Delacroix en nombre
precisamente de «la belleza moderna». En España no podía producirse esta
reacción contra la modernidad porque España no tuvo propiamente modernidad: ni
razón crítica ni revolución burguesa. Ni Kant ni Robespierre. Ésta es una de
las paradojas de nuestra historia. El descubrimiento y la conquista de América
no fueron
menos determinantes que la Reforma
religiosa en la formación de la edad moderna; si la segunda dio las bases
éticas y sociales del desarrollo capitalista, la primera abrió las puertas a la
expansión europea e hizo posible la acumulación primitiva de capital en
proporciones hasta entonces desconocidas. No obstante, las dos naciones que
abrieron la época de la expansión, España y Portugal, pronto quedaron al margen
del desarrollo capitalista y no participaron en el movimiento de la
Ilustración. Como el tema rebasa los límites de este ensayo, no lo tocaré aquí;
será suficiente recordar que desde el siglo XVII España se encierra más y más
en sí misma y que ese aislamiento se transforma paulatinamente en
petrificación. Ni la acción de una pequeña élite de intelectuales nutridos por
la cultura francesa del siglo XVIII ni los sacudimientos revolucionarios del
XIX lograron transformarla. Al contrario: la invasión napoleónica fortificó al
absolutismo y al catolicismo ultramontano.
Al apartamiento histórico de España
sucedió brusca y casi inmediatamente, a fines del siglo XVII, un rápido
descenso poético, literario e intelectual. ¿Por qué? La España del siglo XVII
produjo grandes dramaturgos, novelistas, poetas líricos, teólogos. Sería
absurdo atribuir la caída posterior a una mutación genética. No, los españoles
no se entontecieron repentinamente: cada generación produce más o menos el
mismo número de personas inteligentes y lo que cambia es la relación entre las
aptitudes de la nueva generación y las posibilidades que ofrecen las
circunstancias históricas y sociales. Más cuerdo me parece pensar que la
decadencia intelectual de España fue un caso de autofagia. Durante el siglo
XVII los españoles no podían ni cambiar los supuestos intelectuales, morales y
artísticos en que se fundaba su sociedad ni tampoco participar en el movimiento
general de la cultura europea: en uno y otro caso el peligro era mortal para
los disidentes. De ahí que la segunda mitad del siglo XVII sea un período de
recombinación de elementos, formas e ideas, un continuo volver a lo mismo para
decir lo mismo. La estética de la sorpresa desemboca en lo que llamaba Calderón
la «retórica del silencio». Un vacío sonoro. Los españoles se comieron a sí
mismos. O como dice sor Juana: hicieron de «su estrago un monumento».
José Ortega y Gasset | La
tibetanización de España en el siglo XVII y el fin de siglo madrileño.
Aunque sea metiendo aquí la cuña de un paréntesis, conviene advertir
—consecuencia de lo últimamente dicho— que un pueblo no solo está absorto en
los primeros tiempos de su historia, cuando vive o vegeta prácticamente en un
casi radical aislamiento, sino que puede volver a estarlo una y otra vez a lo
largo de su historia, si bien en sentido ya más limitado y reducido. Por
ejemplo, España, que en el siglo xvi está abierta a todos los vientos y hasta
corporalmente se halla por todo el planeta, por casi todo el mundo, en la
primera mitad del siglo xvn comienza a ensimismarse, de modo muy extraño,
durante el reinado de Felipe IV. Este hecho, en parte, es perfectamente normal
porque, aunque no lo hayan advertido los historiadores, todas las naciones de
Europa, por razones constitutivas y fisiológicas en la evolución de un pueblo,
hacen entonces cosa parecida. Pero el fenómeno fue respecto a España mucho más
sorprendente porque esta estaba en todo el mundo y seguía estando oficialmente
en el inmenso orbe de su Imperio, y entonces ese fenómeno consistió en una
repentina y extraña retirada o retracción desde la inmensa periferia imperial
al centro del mundo español, a la reciente Corte de España, a Madrid.
Yo no puedo ahora enunciar a ustedes rápidamente las causas de tan
extraño fenómeno, aparte de esas generales que hacen en algún modo normal la
parte normal que tiene todo. No puedo siquiera describir con algunos rasgos el
aspecto que tuvo este fenómeno.
Lo único que puedo recordar son las palabras de
Felipe IV a los corregidores de Madrid, diciéndoles: «Arrojad a palos de la
Corte a los nobles para obligarles a que asistan al ejército de Extremoz.» Es
decir, al ejército que estaba en la frontera de Portugal, que en aquellos días
se estaba perdiendo para la Corona de Castilla. Claro es que Felipe IV era el
primero en vivir absorto dentro de su Madrid, lo mismo que sus nobles. Ni que
decir tiene que esa deserción no provenía de ninguna mengua en el coraje de los
nobles, porque esos mismos nobles que eludían asistir al ejército de Extremoz
en aquellos días se estaban entre sí dando de estocadas por la sonrisa
vagabunda de una comedianta. Otra ceguera de los historiadores —y ahora son los
españoles— es el no haber advertido la importancia enorme que ha tenido, en dos
momentos de la historia de España, el garbo de nuestras comediantas.
Entonces se produce un hecho decisivo, distinto al
que aludí cuando hablaba de las corridas de toros, pero que está en conexión con
él; se produce el hecho que va a ser decisivo para la historia de España y que
llega hasta nuestros días. Y es que España no se contenta con quedar absorta en
sí misma de modo parecido a como por aquellos tiempos lo hacían las demás
naciones, pues se trata de algo natural, fisiológico, que se produce en cierta
edad de todo pueblo, sino que la absorción se exageró hasta convertirse en
hermetización; España se hizo, por vez primera, hermética hacia el resto del
mundo, incluso de su propio mundo hispánico. Es lo que yo llamo
«tibetanización» de España, que entonces acontece; concepto que debe entenderse
también como magnitud escalar: el sentido plenario de este término solo se da
en el Tibet, pero el caso es que dentro de Occidente ningún otro pueblo ha demostrado
como el español esa tendencia a retraerse y absorberse dentro de sí mismo, en
la cual, por haches o por erres, siempre recae.
Veamos otro ejemplo que servirá para agotar estos brevísimos minutos que
nos quedan, en que la absorción es mucho más próxima a nosotros, pero menor en
intensidad. (No pensaba decirlo, pero veo que para continuar la parte principal
de la conferencia me falta tiempo.) Es la absorción que sufría España en los
tiempos de nuestra adolescencia, y me refiero a la de los viejos que estamos
aquí, porque yo no tengo la exclusiva. Pues bien, en esa España de 1880-1895
a Madrid no le interesaba nada del
resto del mundo. Vivía solo atento a sí mismo. Ni siquiera físicamente el buen
madrileño iba más allá de las Ventas, Carabanchel o Puerta de Hierro. Sobre
esto podría dar datos verdaderamente curiosos. Madrid estaba absorto en sí
mismo, vivía de su propio jugo; se nutría de su propia existencia, gozaba de sí
mismo y, hay que decirlo, se relamía a sí mismo. Es el Madrid absorto, conservado
maravillosamente en esa obra —por otra parte, admirable logro estético— que se
llama .La verbena de la Paloma. Comprendan ustedes que si alguien se pregunta cómo es posible que se haya
producido una obra así es menester suponer a una ciudad que está exclusivamente
atenta a la vulgaridad cotidiana de su existencia y, por tanto, nada de lo que
en esta acontece y a esta afecta le pasa desapercibido, y que por eso no se
contenta con que esa realidad sea la realidad que es, sino que la heroíza, la
magnifica, la idealiza, es decir, la convierte en mito y en leyenda. De aquí
que aquel Madrid de mi adolescencia y de algunos otros que veo, que era mísero
y pobre en comparación con el posterior, fuese en otro sentido delicioso,
porque estaba lleno de figuras fantasmagóricas, legendarias, mitológicas que
andaban por las calles. Si yo ahora pronuncio el nombre del doctor Garrido, un
popularísimo boticario que contribuyó, con la figura de otro boticario de
barrio, a crear la del personaje de 1M verbena de la Paloma, que intenta distraerse con unas chulaponas —y noten el hecho de que una
ciudad sea capaz de convertir en personaje mitológico a un pobre boticario de
barrio; esto hay que explicarlo—; si yo pronuncio el nombre del doctor Garrido
y el del perro Paco, que
todos los madrileños conocían, sin dueño, errante por las calles, que poseía el
don extrañísimo de averiguar en qué restaurante de Madrid, cada día, se daba un
banquete y acudía a él certero y puntual, se comprenderá que Madrid estaba
lleno de mitos y leyendas. Es decir, que aquel Madrid absorto, porque era
absorto, tenía alma colectiva. Solo cuando un país o una ciudad están absortos
en sí mismos tienen alma, se entiende colectiva. Y, en cambio, el Madrid
posterior, infinitamente más rico y más vario, es más o menos un Madrid
desalmado, incapaz de crear mitos ni leyendas. Aquel Madrid no podía dejar que
nadie fuera solo realidad, sino que era siempre, además, mito, leyenda, fábula
y quimera.
Esto,
señores, creo que nos hace ver con cierta evidencia lo que significa esta
contraposición de conceptos que yo considero importantísima en la historia: la
vida como vida absorta en sí misma y la vida como vida abierta a lo extraño. Al
parecer, hemos perdido tiempo con estos ejemplos, pero la verdad es que lo
hemos ganado, porque el próximo día vamos a ahorrar muchas palabras al poder yo
exponer a ustedes toda la última etapa de la evolución del Estado romano, que
procede, en súbito enriquecimiento, de una ampliación, modernización e
ilegitimación de la vida colectiva.
La ilegitimación de la vida colectica…la sociedad.
[xxxi]
Quine, el filosofar…
No
tiene importancia el que los enunciados se refieran a entidades postuladas, el
que no sean significativos mas que en relación con un cuerpo circundante de
teoría, y el que no puedan justificarse sino complementando la observación con
el método científico; pues las atribuciones de la verdad se hacen desde el
punto de vista de ese mismo cuerpo circundante de teoría: todas van en la misma
barca. ¿Nos ha llevado todo eso a
rebajar nuestros puntos de vista hasta el punto de sentar una doctrina
relativista de la verdad, que considere los enunciados de cada teoría como
verdaderos para esa teoría, sin admitir critica superior?(1) No. Hay una
consideración salvadora: que sigamos tomándonos en serio nuestra concreta
ciencia acumulada, nuestra particular teoría del mundo, nuestro laxo edificio
total de cuasiteorias, cualquiera que sea. A diferencia de Descartes, contamos
con nuestras creencias del momento y las usamos,(3) incluso sumidos en el filosofar,
mientras no las cambiemos aquí o allá por algo mejor mediante lo que vagamente
se llama el método científico.(4) Dentro de nuestra propia doctrina total,
sometida a evolución,(5) podemos juzgar de la verdad con la mayor seriedad y
del modo mas absoluto; considerándola, sin duda, sometida a rectificación; pero
este añadido es ya ocioso.(6)
(1)
No,
si nuestra teoría domina el Mundo. Allí después todo el lenguaje y la
consideración del método analítico a la GRAMÁTICA, la imposición de DOMINIO por
formación en fuerza. [patriotismo americano si usted reflexiona un poco].
(2)
El
tomarse en serio no hace sino la aristocrática de las plazas de investigación,
la política de la ciencia. Allí entonces el valor de la Academia y el renombre
de los premios.
Nosotros
somos proletariados epistémicos.
(3)
No
así un espacio vacío, consolidado
–España y el Imperio español para 1636 en el “todo” de la guerra de los treinta
años-, sino un continuo legislar de realidades –institución de paradigmas al
formarse de las LEYES –América latina realmente, la doctrina liberal y la paz
comercial al punto (entonces así las Soberanías y las doctrinas del Estado en
el gobernarse de toda la América). ¿Cuál es al punto la metafísica que la
Institución requiere? Oratoria, hace la mística entonces.
(4)
Ay
de sí la Ciencia Jurídica entonces, que la vaguedad de lo que llamamos método
científico en la obligación por circunstancia de remoción de paradigma, no es
el observarse en arrogancia de aventura que controla el espectro de la physis a
la contextura de la empírea.
(5)
Del
sometimiento el antropologicismo, su evolución, por historiográfica total. Allí
de sí hasta Hume el espectro.
¿Cómo
y a qué contextura ha sido allí lo reescrito?
(6)
Añadido
propiedad, ciertamente, de ancianos retirados en Florida.