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miércoles, 17 de julio de 2013

Conciencia, tiempo y representación | Tres | 1.- La posibilidad categorial


Tercera parte. El ámbito de posibilidad categorial
Evento significante y evento significativo





Baron de Montesquieu theorized the principle o...
Baron de Montesquieu theorized the principle of separation of powers, that has been implemented in all liberal democracies since it was first applied in the United States. (Photo credit: Wikipedia)
Si consideramos que el conocimiento de los principios tanto químicos como ópticos de la fotografía estaban bastante extendidos después del experimento de Schutze (en 1725)... que la fotografía no se inventara antes sigue siendo el mayor misterio de su historia... aparentemente, a ninguno de los muchos artistas de los siglos XVII y XVIII que utilizaban habitualmente la cámara oscura se les ocurrió emplearla para fijar su imagen de forma permanente.

Helmut Gernsheim, Los orígenes de la fotografía.





1.- La posibilidad categorial

Si el enfoque metahistórico no puede dar cuenta del momento en que la representación pone o hace algo presente, es por que no pregunta por el sentido del tiempo, de tal modo que no ejecuta el proyecto de una historia de la propia posición metafísica que lo habilita. A tal respecto, no para nombrar al tiempo, sino para poderlo comprender en tanto tiempo que trascurre entre todo decir y la cosa que comparece a tal llamado, requerimos pensar lo que denominamos ámbito de posibilidad categorial.


En tan sentido definiremos a la posibilidad categorial como lo definible, tratable, utilizable, aperceptible, pero también lo emergente, en rededor a aquello que llamamos palabra. Como tal no se trata de algo material o ideal en potencia, pues de principio la posibilidad categorial no es algo, sino que es la posibilidad del ser-acción ya siempre acaeciendo donde el algo aparece.[181] Con respecto al objeto o al sujeto de esta acción, cabe decir que no están ahí dados de antemano así como así, sino que ambos son elaboraciones práctico-efectivas de esa acción que cabe llamar acto creativo.[182]


En tal sentido es que en toda ciencia, disciplina, oficio o actividad humana, el objeto se constituye acorde a las posibilidades categoriales de dicho ámbito, de entre las cuales la más importante es el uso efectivo, el cual se nota en el definir que realiza la palabra. El ámbito de posibilidad categorial no es y no puede ser independiente a otras ciencias, disciplinas u oficios; tampoco es particular existiendo a lado de otros. Más bien se trata del ámbito fundamental de la cultura de una comunidad; aquello que en última instancia describimos como ámbito de posibilidad categorial es eso mismo que de común denominamos mundo. Sólo cuando se opone un mundo a otro es propio hablar de superposición, transposición o plegamiento de diversos ámbitos de posibilidad categorial.


El “qué” de algo, pero también y al mismo tiempo el “cómo se puede nombrar algo” es la elaboración del nombre y la denominamos poiesis o acto poético. Sin embargo poiesis es simultáneamente y de un modo más originario, resguardo, mantenimiento y despliegue de mundo, todo esto además en un solo movimiento.[183] En términos prácticos, esto implica que ya desde siempre en una disciplina específica, la poiesis conlleva también un “para qué” más original al propio “qué” que mienta algo y al cómo se mienta lo mentado. Es decir, ese “para qué” del algo ya siempre es correlativo a la necesidad misma de algún implemento, el propio acontecimiento de la palabra que técnicamente abre el sentido y permite nuestra relación con las cosas. Esto es el Ereignis heideggeriano en tanto evento-propiciador.


Por ello, postulamos que más allá de la forma y el contenido, está el fenómeno hermenéutico, que si bien es cierto se encuentra anclado a la forma y al contenido –de hecho sólo aparece a razón de ellas –, dota, en tanto evento apropiador, de un sentido de manera retroactiva permitiendo que la forma y contenido comparezcan en términos de su propio ser, es decir el ser-forma de lo formal y del ser-contenido a lo material. Sin embargo, a pesar de ser esto correcto, en estos pensamientos no se encuentra todavía pensado la eventualidad del sentido, pues desde el ser-forma de lo formal y el ser-contenido de lo material, es menester de antemano pensar el ser desde su actualización efectitiva como futuridad o advenir. Pues desde tal momento es necesario dilucidar el instante en que efectivamente algo aparece. Por ello, el acto creativo antes de poder ser clasificado como representación factica o ficcional, conlleva una relación existencial anterior a la atribución de identidad, en tanto ésta se fundamenta en los principios lógicos.


Al nombrar algo emerge inmediatamente un “qué” (identidad del objeto) y también un “cómo” de ese “qué” (relación de alteridad que dota de sentido a ese objeto identificado). El nombre como actividad del lenguaje –o speech act como lo nombraron los analistas británicos –, coloca y hace emerger “la cosa”. El habla, al ser un acto, tiene una intencionalidad co-originaria que fenomenológicamente es la función intencional de la acción nominativa; un “para qué” que de modo diacrónico determina a los sincrónicos “qué” y “cómo”. La acción nominativa como performatividad de todo objeto perceptible es ya operante al interior de toda disciplina o actividad.



a) Un ejemplo del nombrar.



Pensemos por ejemplo en el acto nominativo “vaso de café”.[184] Tal vaso de café contiene dos elementos, el vaso, y el café. La enunciación “vaso de café” vincula ambos términos en un modo específico. El vaso es relativo al café al tiempo que el café es relativo al vaso. Es un vaso para contener café, y éste a su vez, es para ser contenido, transportado, bebido, en el vaso. El para qué del vaso habilita los posibles usos del café, a la par que el vaso adviene como vaso sólo en el momento práctico de cumplir su función. Cabría preguntar, anterior al acto nominativo, qué son tanto uno como otro, es decir, en qué se basa nuestra creencia en que el vaso y el café y el café como tales, preexisten y tienen estabilidad, en tanto nosotros poseemos la certeza de tal estabilidad.


Para poder entender históricamente la importancia de esta certeza, la constitución de los sistemas que permiten la operatividad de un mundo, así como la muerte de la misma, es necesario señalar que en Descartes, la certeza de la res extensa, es decir el mundo, proviene no de la mente del sujeto, el cogito, sino que le viene de su relación como ente creado por Dios. Para conocer, el cogito debe realizar una triangulación con ese algo inmutable y atemporal que es Dios. Por ello no es gratuito que en el Discurso del método, Descartes busque descubrir los principios metafísicos que sostienen, como potencias del alma o capacidades del cogito, a la verdad, al conocimiento y a la conciencia, tratándose dichos principios justo de la inmortalidad del alma y la existencia de Dios.[185]


Pero bien, en el camino que tratamos de señalar para nuestra reflexión, de realizar tales cuestionamientos, descubriríamos que los supuestos objetos subyacentes al término “vaso de café” no son sino en el claro del lenguaje, de los signos que los mientan y los hacen aparecer. “Vas­­o” y “café” se colocan sobre un entramado general que ya siempre tiene disponibles los sustantivos posibles a aquello que nos sale al paso. Tal red,[186] el campo semántico, también es y está en juego desde el ámbito de posibilidad categorial.[187]


Pero existe una diferencia radical entre aquello que en la cotidianeidad aceptamos como lo real, lo dado, lo sabido o lo ya interpretado, y aquel nombrar específico que acontece en ciertas áreas de la cultura. Para captar esto pedimos se contemple que nombrar es ya siempre estar en el actuar, y que a su vez, todo estar en el actuar es ya siempre nombrar. Esta dimensión esencial y bipolar del participio, frente al infinitivo, mienta el triple éxtasis temporal. Así el ser-vaso y el vaso existente son la “cosa en sí” y su empleo como vaso al resguardo del enunciado “Vaso de café”, que ya siempre es no sólo la enunciación, sino ya uso efectivo del vaso de café en la fusión horizontal con la misma estructura correspondiente al fenómeno total “café”, que igual implicaría los mismos términos que el significante “vaso”.


Así, el uso de la palabra involucra tres elementos, “vaso”, “café” y la proposición “vaso de café”, que como acción o acto de habla, observa y obliga al pensamiento a pensar desde el acaecimiento del vocablo en tanto tal. Dos preguntas emergen ahora en relación al puerto que añoramos, primero ¿cómo es posible el nombrar?, y segundo, cuando el nombrar es divergente al ahí de la cultura, al todo de una sociedad, ¿qué hace posible tal nombrar divergente?[188] Es decir requerimos preguntar por cómo y para qué se instauran las modificaciones técnicas en nuestro trato con el mundo.


Al estudiar las “cosas”, y más importante aun, al estudiar la enunciación de estas desde el plano de lo existente tal como reclama Foucault, no se puede concebir como anteriores en sentido cronológico al vaso, al café y a la proposición como tal.


El problema es que si bien no se trata de una anterioridad cronológica sino estructural, lo estructural es también temporal aun cuando es cierto que no lo es cronológicamente –piénsese en la distinción diacrónica y sincrónica de Saussure –. En el problema de la procedencia del agente extraño que hace emerger como visibles a las cosa[189], Foucault en Las palabras y las cosas quiere señalar la existencia de un “dominio intermedio” entre lo por identificado por él como orden de los códigos, “los que dan a las cosas su ley interior”, y las teorías científicas e interpretaciones filosóficas que interrogan y explican por qué existe el orden de los códigos.


Esto parece estar muy bien, salvo por un problema, pues la arqueología como metodología empleada en nuestra investigación, se muestra insuficiente cuando el propio Foucault en la Arqueología del saber, exige y se exige a sí mismo, estudiar al lenguaje desde su existencia, pues hay un punto donde la existencia en Foucault se tuerce irremediablemente a lo atemporal.


Es decir, que en la cuestión del orden de los códigos, Foucault esconde una negación de la filosofía como temporalización, entendiendo con ello a los códigos como subyacentes al mundo, e independientes de elaboración por parte de las teorías científicas y filosóficas. Esto puede percibirse mejor en el carácter apriorístico, sintético y categórico; más no así categorial, que tiene el espacio enunciativo en el desarrollo arqueológico de Las palabras y las cosas.[190] Es por ello que se reclama una reconducción de la arqueología del saber a la ontología fundamental del Dasein, pues es en la propuesta historiográfica-hermenéutica de Heidegger –el pensar histórico del ser –, donde se reclama y se habilita la comprensión de lo existente desde la esencia misma de lo existente, es decir, el acontecimiento del ser o Ereignis, y no desde el espacio que como ser-cosificado en los análisis del estructuralismo se reporta y se quiere mantener.


Lo que se quiere señalar es que la estructura también se estructura, lo cual, en otras palabras, sólo significa que el espacio en tanto espacialidad, es un modo de la temporalidad. Que Foucault mismo ya parte desde Heidegger, pero sin radicalizar el estudio de lo existente, se muestra en que el propio Foucault toma ya a ese dominio intermediario, “más confuso, más oscuro y más difícil de alcanzar” como el ahí de una cultura. A tal respecto la pregunta sería cómo se estructura el ahí de una cultura. Pues en tanto que el orden de la reflexión ya es ámbito de representación efectiva donde acontece y desde donde acontece el ahí de una cultura, el conocimiento de estas disposiciones señala el viaje reflexivo a un allá contrapuesto al ahí de la cultura. En tal sentido lo “infernal” poéticamente hablando, refiere justo dicho allá que permite caracterizar el aquí o el ahí de una cultura en tanto punto de fuga donde la representación se gobierna desde la perspectiva de dicho “viaje”.[191]


Lo que se sostiene en esta investigación es que las teorías científicas y las interpretaciones filosóficas son ya practicas representativas –ordenes de la representación o de lo códigos – donde acontece y se despliega el ahí de la cultura pero en negativo. El cómo de esto, en relación a la emergencia del carácter temporal del tiempo, o la cuestión hermenéutica, se pretende contenido de esta tesis.


Pero bien, en tanto que la supuesta “cosa” ya siempre es enunciación, como tal no es independiente a su “representación”, a la palabra que la invoca y nos convoca con ella. Por tanto sólo existe “ahí” donde hay lenguaje, o por lo menos, hay “ahí” donde es posible representar por más parco que éste sea. En este sentido dos piedras, e incluso una sola piedra ya significa algo en tanto marca, señal o indicio de algo más. (el origen de la palabra hermenéutica) [192]


Sólo en este sentido se puede aceptar preexistan los entes en cuestión, vaso y café, pero más que en un sentido estructural,estructurándose siempre por el todo de la cultura, es decir del mundo. Café y vaso son objetos ya ahí-a-la-mano y por ello están ya siempre inmiscuidos en relaciones intencionales precedentes. De tal manera que el ser existente es existiendo en el ahí de la palabra que enuncia el Dasein. A tal respecto es que en términos lingüísticos estaríamos obligados a realizar en este punto un estudio de las relaciones prácticas del participio, el infinitivo y el gerundio.


Tal punto nos presenta un doble problema. Por un lado no existe anterioridad cronológica más sí estructural; sin embargo, en el uso efectivo aquél que dispone del vaso de café, acepta, e incluso requiere, tomar cada elemento constituyente del “vaso de café” como preexistiendo de antemano al uso efectivo. Los componentes del “vaso de café” están ya siempre en uso, incluso cuando el café está reposando en un frasco hermético dentro del refrigerador, o cuando el vaso yace dentro de un paquete en el supermercado. El error deviene de asignarle al “sujeto” la potestad que trae al uso y a la existencia el ente en cuestión, cuando el sujeto existente es un elemento necesario pero secundario; su posibilidad es ya siempre la existencia del Otro. Pues la posibilidad del existir del sujeto, es decir, el ahí del Dasein, es ya siempre el allá del otro.


Así, es el “vaso de café” una estructura total temporal y temporalizante más no así histórica, que compuesta además de cuatro elementos por lo menos, lo que posibilita el advenir del sujeto que sostiene tal vaso y se convierte con ello en ser-bebedor de café.


Estos cuatro elementos son lo actual, lo puntual, lo estructural en tanto las maneras de engarce de lo actual con lo puntual, y por último el ahí-ahora, en tanto vértice de engarce entre lo puntual y lo actual.


El sujeto se involucra o acontece, de modo retroactivo y necesario, presentándose –o para decirlo propiamente ficcionalizándose – en el ahora a partir de su palabra, pues es él, el “Yo” como deictico indeterminado, el estructurador actual que actúa en relación a la función temporal de la estructura total “vaso de café” al puntualizarla. Sólo en este juego desde lo actual en dirección a lo puntual, el vaso de café adviene como histórico y ya no sólo como temporal. Pues ese “es” puntual del ser como siendo, es la presencia como tal. Sin embargo cabe preguntar si ese “es” en tanto puntualidad, sólo puede advenir desde las formas actuales de la predicación. Pues cabe recordar que si para Aristóteles lo concreto es aquello sobre lo que se predica,[193] para Kant, y ya pensando desde la estipulación del propio Aristóteles, puede decir que el ser no es un predicado real. Por ello en la pregunta por el origen de la historicidad como juego donde lo actual deviene puntual desde el elemento estructural que funda o permite la apertura del ahí, requerimos preguntar por las maneras en que el ser adviene como sentido del enunciado y no como cosa o materialidad.


Cuando al estudiar lo existente se parte de este problema, se arriba a la contradicción de que lo existente es existente desde lo estructural al uso, y no al postulado cronológico que concibe al sujeto o al objeto como co-originarios, precedente uno del otro o viceversa. Por ello, para estudiar lo existente, se tiene que saltar hacía el origen de lo existente y no permanecer más entre los eternos debates en torno al sujeto y al objeto, o la forma y el contenido.


Hacer esto no es otra cosa que arribar al problema filosófico de la historia y por ello, anterior estructuralmente al problema del tiempo. El existir como tal, no es una cosa sino que simplemente ser es la esencia, o mejor dicho, el esenciarse del ser, pues es el ente existente por el esenciarse actual del ser.[194] De tal manera que es el ente existente por el esenciarse actual del ser.


En tal sentido es fundamental no confundir interpretaciones del ser en este punto, pues cuando nos referimos a la esencia como origen de lo existente no estamos apelando a que una cosa etérea, que llamaríamos atemporalmente “café”, y que subyazca a todo en tanto ridícula esencia platónica.


Lo que queremos señalar con la preexistencia estructural y no cronológica del uso del café es que el café, antes de ser café para serservido y ser bebido, es preparado en una cafetera, es resguardado en un frasco, es comprado, es molido y empaquetado, es tostado, estransportado, es cosechado, y es plantado por un campesino guatemalteco que jamás sabrá del destino final del grano que sostiene entre sus manos, como nosotros tampoco sabremos jamás de su actuación intermediaria y posibilitadora del actual sostener un vaso de café y darle un sorbo. Por ello, si nos preguntaran por la existencia real del café, ¿a cuál de todas sus advocaciones elegiríamos como verdadera?, ¿no tendríamos acaso que asumirlas a todas? De tal manera cabe decir que lo concreto es aquello que es inmediatamente significativo al momento del empleo o acontecimiento de la palabra en tanto posibilidad categorial.


Por ello decimos que “vaso de café” en el plano de su existencia, involucra todas están determinaciones en un plexo de conexiones y relaciones que constituyen y acontecen en aquello que llamamos mundo. Allende, no se debe olvidar que cada relación intencional de “la cosa” con cualquier otra cosa, conlleva siempre la intermediación de sujetos que también posibilitan el trato efectivo con “la cosa”. Además reiteramos que “sujeto” es el sentido del ser-campesino con respecto al ente que presuponemos como “campesino de cafetalero”; o tambien sujeto es el sentido que del ser-bebedor-de-café podemos nombrar con relación al ente que llamamos presuponiéndolo, “bebedor de café”, o incluso “Yo”.


Confundimos el ser sujeto con una cosa cuando quisiéramos poder llamar al ser, cogito, conciencia, alma, o cualquier otro sinónimo que coloque ya en tanto entes, a la cosa pensante o a la cosa mundana – la res cogitans y la res extensa de Descartes – como orígenes de todo fenómeno en tanto que como determinación de la figura indeterminada del “Yo”, el referente de tal término es el resultado efectivo del proceso e instante histórico del desarrollo técnico de las tecnologías del habla.[195] El último parágrafo de Ser y tiempo termina en señalar la dificultad de salir analíticamente de la cosificación de la conciencia. Sin embargo el problema no sólo radica en tal cosificación, sino que tiene como tal una doble dimensión en tanto la estructura mundo o res extensa también ya siempre se encuentra cosificada en su entendimiento.[196]


El primado, es decir lo originario, no reposa en una u otra cosa –res cogitans o res extensa –, o en cualquier otra cosa que quisiéramos entender por sujeto u objeto, pues “cosa” antes que nada señala al propio ámbito de posibilidad de su pertinencia. Coloquialmente lo podemos expresar diciendo que en el eterno debate entre qué fue primero, el huevo o la gallina, se tiende a olvidar y ocultar que también hubo un gallo. Tal gallo, es la relación estructural y de sobredeterminación –nombrada como actualización o escena,ámbito o asunto– que hace posible sea y esté la emergencia co-originaria del huevo y la gallina.


Los sujetos involucrados en el plexo total de relaciones que constituyen al mundo y hacen posible al “vaso de café”, sólo acontecen como eventos dentro del evento peculiar. El sujeto es una función eventual del acontecimiento. En torno a la subjetividad nos desatendemos en los apuntes que continúan, más no por ello descartamos los problemas que la subjetividad presenta y conlleva, sólo que ella y sus problemas los desplazamos a un segundo plano que por el momento escapan a la ambición de esta tesis, pues nuestra cuestión principal en términos teóricos es una sola, cómo acontece el evento y cómo se significa éste. Por ello en tanto que la pregunta siempre ha sido como se significa el acontecimiento, lo que queremos preguntar es cómo se esencia el ser y se señala al ente en tal esenciarse, es decir, cómo se construye el sentido. Pues si sentido es esenciarse del ser que señala al ente con tal esenciarse confiriéndole su ser, su esencia, ahora podemos ver mejor la necesidad de transposicionar la teoría de los tropos desde la conferencia de ser al ente como acto poético de la palabra.[197]





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[187] Esta red es de nuevo señalada y trabajada en términos de investigación histórica por Koselleck, que de hecho constituye la semántica del tiempo. El problema es que no se debe confundir esta disciplina como propia u originaria de la lingüística; la semántica como disciplina, por estar exixtencialmente fundada en el existir práctico del Dasein, depende de la hermenéutica. En términos de hermenéutica filosófica, la red significante de la precomprensión práctica del mundo o mimesis I de Paul Ricœur aprehende tal fenómeno. Cfr. Paul Ricœur, Tiempo y Narración I. Configuración del tiempo en el relato histórico, México, Siglo XXI, 2004.


[188] Cfr. Con esto queremos señalar la diferencia existente entre metáfora viva y metáfora muerta de Paul Ricoeur en La metáfora viva,op.cit., pero en el sentido, y como se verá en los análisis posteriores a los autores, que tal diferencia es originariamente política, en tanto pueda entenderse la política como el polemos original y originario que permite fundar y mantener una comunidad, un grupo social, la polispropiamente dicha Por ello declara Koselleck con relación a lo que llama “extensión del espacio semántico” y poniendo como ejemplo una frase de un memorando de Hardenberg que contiene la palabra “clase”, que ésta “pone de manifiesto una alusión polémica referida al presente, un componente planetario de futuro, y elementos permanentes de la organización social procedentes del pasado, cuya coordinación específica confiere sentido a esta frase”, Futuro Pasado, op.cit. p. 109-110.


[189] Esto implica como se verá más adelante, que lo presencia de lo estudiado, es decir el presentarse o aparecer de la cosa que nos interesa, adviene desde un momento “ajeno” a tal presentarse. Tal agente extraño no puede ser otro que el cómo de la observación. En este sentido y para observar la historicidad de tal concepción, confrontar las críticas contemporáneas a la categoría de lo dado y con ello al empirismo británico en las plumas de Friedrich Nietzsche, La Gaya Ciencia, op. cit. sobre todo los aforismos 43 y 57 o la primera investigación lógica en Edmund Husserl, Investigaciones Logicas I, trad. de Manuel G. Morente y José Gaos, Madrid, Alianza Editorial, 1999.


[190] La corrección de esta presunción trascendental por parte de Focuault fue reconocida por él mismo, como ya pudimos ver al glosar la Arqueología del saber, vid, supra


[191] Cfr. Platón y el mito de Her en el libro X de La república, sobre su viaje al allá. Dante, Milton, Ulises u Orfeo.


[192] Respecto al origen de la palabra hermenéutica, Maurizio Ferraris citando a Kerényi, refiere lo siguiente: “ ‘Hermeneía, la palabra y la cosa, está en la base de todas las palabras derivadas de la misma raíz y de todo lo que en ellas ‘resuena’: de hermeneus, hermeneutes, hermeneutike. La raíz puede ser identificada a la del latín sermo. No tiene, en cambio, ninguna relación lingüístico-semántica –salvo por semejanza en el sonido – con Hermes, el dios del que todavía toma nota August Boeckh en su presentación de la hermenéutica filológica” Ya después el propio Ferraris continua “Por eso Heidegger y Gadamer, siguiendo la idea de la lengua en las tradiciones del Humanismo y del Romanticismo, relaciona la experiencia hermenéutica con el universo del lenguaje y del logos como verbum y como sermo.”, Mauricio Ferraris, Historia de la hermenéutica, México, Siglo XXI, 2005, p. 11. Por el momento permanezcamos en esta posición en tanto no resulta prudente glosar el pensamiento respecto a los dioses de Heidegger ni de Gadamer.


[193] Aristóteles, Metafísica.


[194] Lo actual, con el plexo de relaciones arriba estipulado, pretende ser estudiado a partir del concepto de “escena”.


[195] De nuevo, referencia a Foucualt.


[196] REFERENCIA A Ser y tiempo.


[197] Pensar la conferencia en tanto reverso de la referencia) à Cfr. Bautismo en San Agustín así como la figura misma de la confesión.


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